Autor: Santiago García Garrido.
Si el vínculo emocional con las propiedades es un factor que hace que el parque de viviendas rural no se movilice, pero se deteriore, otro gran factor negativo en la falta de vivienda en el mundo rural son las herencias compartidas.
Cuando una propiedad pertenece a una pareja, que gestiona su patrimonio de forma prudente y sensata, esa propiedad en general se mantiene en buen estado. Es una propiedad en la que, al primer síntoma de problemas, se interviene y se soluciona cuando es barato hacerlo. Un ejemplo claro es la aparición de goteras: si se actua a los primeros sóntomas, el coste es el de retejar o impermeabilizar la entrada de agua. Pero si el agua empieza a entrar sin control, cada vez en mayor cantidad, afecta a las paredes (muchas veces de barro), a la madera (elemento estructural de muchas viviendas), a los forjados, a los muebles… Una avería barata se convierte, en muchos casos, en la ruina de un edificio.
¿Qué ocurre cuando la propiedad pertenece a varias personas, hijos, primos carnales, primos lejanos…? La cosa se complica. Todos quieren participar en cualquier posible reparto, pero no en el trabajo que implica mantener una propiedad o en sus costes. Si no hay acuerdo entre todas las partes, y al menos uno de los propietarios ‘tira del carro’, la propiedad se va degradando inexorablemente.
Y si mantener una propiedad compartida es complicado, ¿por qué no toman la decisión de vender? Por un lado está el vínculo emocional, ya que alguno o algunos de los propietarios no quieren vender. Por otro está la falta de acuerdo en cuanto al precio. Para el posible comprador negociar un precio con 3, 4 o 20 personas es una tarea complicada, y los precios en muchos casos no reflejan el valor real de la propiedad.
El último factor que tiene que ver con la herencia es la complicación legal de algunas propiedades: no están inscritas en el registro, no está claro quienes son sus propietarios. Poner la vivienda al día antes de vender o durante el proceso de venta no es fácil, y el comprador en general no quiere problemas, no se mete en problemas que no necesita.
De nuevo, todo un conjunto de factores asociados a las herencias que poco tienen que ver con lo que hagan las administraciones. Es cierto que pueden hacer cosas, como facilitar trámites, dar subvenciones para el arreglo de propiedades o penalizar la tenencia de casas vacías aplicándoles el IBI máximo, mientras que a las no abandonadas aplicarles un IBI reducido, vigilar su estado ante peligro de derrumbre y hacer obras ‘ de oficio’ para cargarlas mediante sanción al conjunto de propietarios, etc. Pero mientras los propietarios de herencias compartidas no se mentalicen de que la multipropiedad en el mundo rural ayuda a la despoblación y a que las viviendas pierdan todo su valor, las administraciones no tienen nada que hacer, y las asociaciones que luchan contra la despoblación, tampoco.
